EL PASEO
Por Saúl García
La noticia está entre la mala suerte, el efecto imán y el esperpento. Vayan por delante toda esa serie de obviedades por las que se respeta la presunción de inocencia y cada uno se hace responsable de sus propios actos, pero no me negarán que la cosa tiene su gracia.
La noticia está entre la mala suerte, el efecto imán y el esperpento. Vayan por delante toda esa serie de obviedades por las que se respeta la presunción de inocencia y cada uno se hace responsable de sus propios actos, pero no me negarán que la cosa tiene su gracia.
¿Qué cuál es la cosa? Pues es lo siguiente:
Los Centros de Arte, Cultura y Turismo colaboran desde hace tiempo con un galerista, intermediario o consultor (incluso mecenas le llaman) de arte que se llama Helge Achenbach, que, por otra parte, tiene una Fundación con su nombre, la Fundación Helge Acenhenbach. En su página web dice que “como la fundación tiene su sede en la isla canaria de Lanzarote, también hay una estrecha colaboración con el Cabildo Insular” y que “el objetivo de la Fundación es promover la dedicación a temas relacionados con la política social y medioambiental”. Hasta ahí bien.
Achenbach ha sido el promotor de varias exposiciones y de instalar obras de arte en la Isla, tanto en el Castillo de San José como en Marina Rubicón o en el Convento de Santo Domingo. La última de sus exposiciones, dentro de la VII Bienal de arte, llamada “Klasse Gursky”, aún se puede visitar. Hace dos meses redobló su colaboración con instituciones de la Isla, firmando un convenio con el Ayuntamiento de Teguise. El acuerdo iba a suponer la cesión del Convento de Santo Domingo a Achenbach para que montara exposiciones y permitir así “que una selección de los mejores artistas del mundo tengan su hueco en la sala de exposición del Convento y que se abran grandes oportunidades culturales para el turista y el residente de Lanzarote”. Hasta ahí, también bien.
Pero resulta que el mes pasado a Achenbach lo detuvo la Policía alemana e ingresó en prisión provisional, acusado de vender obras de arte a precios desorbitados. A Achenbach lo había denunciado la viuda del multimillonario Berthold Albrecht, que era amigo de Achenbach, y para quien ejercía como asesor asuntos de arte. Aquí la cosa ya empeora.
A esto es a lo que me refiero con el efecto imán. Qué facilidad para atraer a este tipo de gente. Es la magia de Lanzarote. Al pobre Achenbach no le faltan buenas intenciones. En la presentación de la VII Bienal, el pasado mes de noviembre, “reveló su amor por Lanzarote” y dijo que “todo nació tras una conversación con César Manrique (como no podía ser de otra manera), que me hizo entender y amar la Isla hasta enamorarme”. Dijo que “el arte es un camino hacia el futuro” (aunque no aclaró al futuro de quién) y aseguró que “debemos volver a la espiritualidad y tratar de dar pasos hacia atrás hasta recuperar la calidad antes de reflexionar acerca de la importancia de entender cuáles son los pasos hacia el futuro”. Pues si se trata de reflexionar ha ido a caer en el sitio adecuado.
De todas formas, para ser justos, su intervención no fue la peor. El presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, en ese mismo acto, alabó su “generosidad” de esta forma: “Es una suerte para la isla contar con un mecenas de la talla de Helge Achenbach, que quiere transformar y mejorar el mundo a través del arte”.
Eso es ojo.
Comentarios
1 Nervocalm Jue, 24/07/2014 - 10:45
2 Flâneur Jue, 24/07/2014 - 16:08
3 Petardo Vie, 25/07/2014 - 15:45
4 Chanito Sáb, 26/07/2014 - 10:17
5 Funcionario Sáb, 26/07/2014 - 10:47
6 Democracia Dom, 27/07/2014 - 10:43
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