5 COMENTARIOS 20/03/2023 - 09:54

Parece que hay una confianza absoluta en la lealtad del votante lanzaroteño. No está claro que haya datos que lo avalen, pero es así. Se ve reflejado esto en el lenguaje informal, con análisis políticos de teleclub trasladados a la acción: “fulanito tiene tantos votos”, se dice. Si se trata de una votación dentro del propio partido, se cambia el verbo tiene por “controla”, que refleja mejor la realidad. Y el candidato en cuestión puede ‘tener’ esos votos porque goza de una familia muy extensa, por su anterior paso por algún cargo público, por su pertenencia a alguna asociación o colectivo, por anteriores resultados, por la cantidad de favores que haya podido hacer, por todo esto o vaya usted a a saber por qué.

Con esta confianza, y con otros elementos se elaboran las listas. Pero no solo las listas, sino también las alianzas, que no deja de ser una especie de negociación colectiva de las listas. Así se explica el nuevo acuerdo entre CC y la ASL de Montelongo, que sería depositario, según los últimos resultados, de 734 votos en Arrecife. Y así se teje la alianza entre UPY y Nueva Canarias. En este caso, los primeros podrían poner como aval los 1.400 votos que obtuvieron en Yaiza e incluso hasta los 3.000 que obtuvieron en toda la Isla gracias a su alianza con LAVA.

Claro que el número de votos nunca se traslada de forma automática. Hay otros factores que influyen, pero existe esa lógica de sumar los votos ajenos como si fueran propios, siempre y cando no se sea una fuerza de izquierdas, que cuando se trata de alianzas aplican otra lógica aplastante. Aplastante con ellos mismos.

La cuestión es que parece que quedaron atrás los tiempos de buscar un espacio ideológico, definirse, preparar propuestas… Las listas y las alianzas se elaboran como las plantillas de los clubes de fútbol ricos: poca cantera y mucho fichaje. Se hacen fichajes para robar votos al contrario, pero no está claro si ensanchan el espacio electoral. Es más cómodo a corto plazo pero más peligroso a largo plazo.

Estamos acostumbrados a un clientelismo, un voto cautivo y un cambalache electoral en el que parece normal que sea la mitad de la población con derecho a voto la que decida los gobiernos locales. En las últimas elecciones de 2019 se registró la mayor abstención de todas las elecciones locales y cabildicias: 46,8 por ciento y un 48,1. Si en mayo supera el 50, ¿seguiremos haciendo como que no pasa nada?

Comentarios

Yo seré de ese 50%. A mí no me representa Ali Babá ni ninguno de sus 40 ladrones.
Ya no hay políticos sino señores y señoras que solo piensan cómo conseguir un cargo público y la ideología se adapta a posteriori ya que total a la gente le da igual . Parten de yo soy conocido o conocida y lo demás viene rodado . Siguen pensando que la mayoría somos idiotas , que al final los de siempre gobernarán y lo peor que visto lo visto así será. Al igual que un comentario anterior a mí que no me esperen .
Si Dímas levantara la cabeza...
La democracia en esta isla es "asina". Los candidatos son muy ignorantes y no tienen ética, ni ideología y los ciudadanos somos muy ignorantes, en general, y de ética o ideología tampoco andamos sobrados. En estas circunstancias el resultado es inevitable. Aún así la democracia es el menos malo de los sistemas de gobierno; pero requiere que la sociedad donde se aplique cumpla unos mínimos, porque de otra manera ocurre lo que podemos comprobar a diario en Canarias. Un día alcanzaremos esos mínimos; hace falta más tiempo. Hasta entonces no nos queda otra que seguir criticando y denunciando caso por caso, ignorancia por ignorancia, corrupción por corrupción, los episodios más elocuentes del estado de nuestra sociedad medieval del siglo XXI.
Es un juego amañado, pero al que puedes jugar. Puede parecer que tu voto no cambia nada, y por eso tiras la toalla. “El resultado del juego no es el que yo quiero” y por eso no juegas. Pero si que cambia, un puñado de votos pone o quita gente que decidirá sobre tu futuro. Tú ríndete si quieres, yo sigo en el juego

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