Antonio Lorenzo

Ni una gota

Una vez más pasó la borrasca que, como siempre solo afectó, según dice el portavoz de la AEMET, a ‘las islas occidentales de mayo relieve’, para desconsuelo de los pocos agricultores que van quedando y que, hace más de un siglo hizo exclamar a don Vicente Medina, propietario de La Maleza, aquel territorio que va desde Tahíche hasta el mar, hoy denominado pomposamente como Urbanización Costa Teguise, donde solo crecían unas raquíticas hierbas, alimento de su numeroso ganado de cabras, producto de grandes y sabrosos quesos que vendía su yerno don Abraham en la tienda de la calle Real, esquina a la Hermanos Zerolo, la popular frase: “Y en Tahíche ni una gota”.

Los escritores extranjeros que nos visitaron a lo largo del siglo XIX, entre ellos René Verneau y Olivia Stone, dicen que tanto en Francia como en Inglaterra recomendaban a los enfermos, principalmente de tuberculosis, que se desplazaran a las Islas Canarias ya que su clima seco era propicio para la cura de sus males. Pienso que no siempre fue propicio pues, por aquellos años se construyó en Las Palmas el Cementerio de los Ingleses, que actualmente subsiste. Esa recomendación, junto con el comercio de frutas, que hizo que las islas tuvieran mayor comunicación con los puertos británicos que con los de la Península, fue el inicio del turismo de fin del mismo siglo en el Puerto de la Orotava, hoy Puerto de la Cruz y Santa Brígida y El Monte.

La falta de lluvias en Lanzarote es de conocimiento casi universal y, cuando en mis viajes por la Península me preguntan que, con tan poca agua, que es lo que se planta en la Isla, yo les contesto que aquí plantamos turistas y no interesa que llueva mucho para que no se pudra la semilla.

Aclararé la popular frase del señor Medina. Parece que un día, mientras leía la prensa en el Casino de Arrecife, se encontró con la noticia de que en Argentina habían sido las lluvias tan intensas que habían causado grandes inundaciones y catástrofes. Alguien le oyó meditar en voz alta su consabida frase de ausencia de gotas en Tahíche.

Comentarios

Y suerte que no llueve más que cuatro gotas, de vez en cuando. No estamos preparados para diluvios, como se ha podido constatar cada vez que llueve fuerte. La primera lluvia que cayó en la actual terminal aeroportuaria internacional, recién inaugurada, a finales del S.XX, ocasionó una gran inundación que dejó al descubierto fallos en su edificación. Y qué decir de la mala construcción de obras públicas en la capital, que se han comportado de manera catastrófica en esas ocasiones...

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