“Es la primera vez que me apunto  al paro después de treinta años en la Isla”, dice delante de su tienda Manu Indanmal, un comerciante de origen indio que vive en Lanzarote desde 1985. Manu tiene sesenta años, estuvo trabajando como dependiente en Vashi y toda su vida laboral en la Isla se ha desarrollado en Arrecife.

Hace siete años abrió negocio propio pero lo cerró dos años después y decidió abrir otro con su socio Kamal. Buscaron un local en plena Avenida de Arrecife, que aunque hay que soportar un alquiler muy alto, permite orientar el negocio hacia el turista, sobre todo al entonces incipiente turismo de cruceros y al que visita la capital.

En Masha, en el escaparate donde aún se puede ver el cartel de 'Liquidación por cierre', antes había ropa, plata con olivina, souvenirs, tabaco y bebidas. “Abrí en época de crisis y las cosas iban regular, pero íbamos escapando”, asegura.

Con la temporada de cruceros, entre octubre y abril, se sobrevivía para compensar la segunda parte del año. 2015 comenzó “flojo” pero pensó que se podía recuperar después, así que aguantó.

El 7 de agosto, en pleno verano, tuvo una visita. El alcalde y el concejal de urbanismo pasaron a avisarle de que las obras de peatonalización de la Avenida, por las que se iba a cortar el tráfico, iban a empezar de forma inminente. Hasta entonces no había recibido ninguna noticia oficialmente, y tres días después, efectivamente, cortaron la calle, pusieron una valla y comenzaron las obras.

“Nos dijeron que las obras terminarían en Navidad, que sabían que para nosotros eran muy importante la Navidad, así que decidimos aguantar”, destaca.

Pero las obras hundieron el negocio. Cada mes perdía cerca de 3.000 euros. “Había días que no entraba nadie a la tienda. Es que no pasaba nadie por la calle -destaca-, y encima por la tarde ni había luz. Los turistas, en cuanto ven una grúa, una excavadora o una valla, no se atreven a pasar”.

Manu y su socio Kamal han tenido que cerrar porque no han aguantado el descenso de ventas desde que comenzaron las obras

Manu había encargado género para toda esa temporada, porque muchas de las cosas que vende vienen de fuera de Canarias “y hay que estar prevenido”, pero no contaba con las obras. Algo parecido a lo que le pasó a la Pizzería Gigi, que cerró en mayo, como todos los años, y se encontró que en agosto le cerraban la calle y no le habían avisado antes. El caso es que Manu tuvo que poner todo el género a bajo precio para liquidar “y malvenderlo”. En diciembre cerró la tienda y se apuntó al paro.

Antes intentó negociar una bajada del alquiler, que no funcionó, y también fue al Cabildo a ver si había alguna ayuda o subvención. Les dijeron que no se podía hacer nada, en el mismo Cabildo que ahora, después de que la Asociación de comerciantes del centro de Arrecife, que se acaba de crear, se presentara en el pleno para protestar, haya anunciado que va a crear una Mesa para valorar las acciones que se pueden tomar, cuando la obra casi está terminada. Los comerciantes, por cierto, han solicitado que se les permita pertenecer a esa Mesa, “pero para mí ya es tarde”, señala Manu.