Un puesto divulga la tradición artesanal

La roseta, “en riesgo de desaparición”, se instala en la Calle Real

Foto: Felipe de la Cruz.
Saúl García 4 COMENTARIOS 14/03/2017 - 09:35

El Gobierno de Canarias estableció en un decreto en el año 2011 cuáles son los oficios artesanos del Archipiélago. Entre ellos, calificado como oficio tradicional y en riesgo de desaparición, aparece la roseta, junto a otros 42 oficios. En la misma situación que la roseta, en peligro de desaparecer, están otros treinta oficios más, como la albardería, la carpintería de ribera, la cestería, la hojalatería, el picadillo canario, la tonelería o la zurronería. En ese decreto se define a la roseta como “un tipo de encaje de aguja para el que se utiliza una almohadilla denominada pique”.

Cinco años después de ese decreto, el pasado mes de diciembre, el PSOE presentó una proposición no de ley al Parlamento de Canarias que se aprobó por unanimidad, para que el Gobierno redacte un plan especial para revalorizar y garantizar la pervivencia de esos 31 oficios tradicionales que van a desaparecer. La proposición también solicita que se firmen convenios de colaboración con los cabildos para desarrollar esta iniciativa. El de Tenerife ya había propuesto un año antes que sea declarada como Bien de Interés Cultural. La diputada socialista María Victoria Hernández, promotora de la iniciativa, aseguraba que la sociedad actual sigue demandado trabajos artesanos que sean representativos de los valores etnográficos y antropológicos del archipiélago. “Contar y adquirir un objeto artesano es adquirir historia y cultura de las siete islas”, aseguró.

La roseta imita a la Naturaleza. En botánica, una roseta es una formación determinada de hojas que ha servido para inspirar, desde hace miles de años, a distintas civilizaciones en sus motivos de decoración, tanto en piedra como en madera o joyería. En Canarias es una tradición centenaria, ligada al hilo, principalmente en la isla de Tenerife, donde aún se mantiene de forma minoritaria en Adeje, Granadilla, La Laguna y La Orotava. Desapareció en Fuerteventura y Gran Canaria pero se mantuvo también en Lanzarote, principalmente en Haría. En esta isla la roseta tuvo su momento de esplendor entre los años cincuenta y setenta.

Este oficio tradicional está “en riesgo de desaparición”. Un puesto, en Arrecife, pretende darlo a conocer y divulgar la tradición artesanal de la Isla, “que valoran mucho los extranjeros”

La técnica viajó a América y se conserva en países como Venezuela, Argentina, Cuba, México o Estados Unidos, pero los trabajos que se realizaban en Canarias viajaron por todo el mundo. Desde Lanzarote se enviaban a la Península (Madrid y Barcelona) y de allí a Reino Unido, Alemania o Suecia. Pedro Placeres, en Mala, y Francisco Cabrera Matallana, en Arrecife, fueron dos de los industriales que más se dedicaron a su comercialización. Daniel, el hijo de este último, mantiene un puesto de roseta en el mercadillo de la Villa de Teguise desde 1988, primero con el objetivo de “sacar las existencias”, muy abundantes, pero también con el de dar a conocer el oficio y divulgar la tradición artesanal de la isla “que valoran mucho los extranjeros”, señala.

Tanto Placeres como Cabrera seguían un mismo patrón, en el que eran una pieza clave las tiendas de aceite y vinagre de los pueblos, que servían de puntos de encuentro. Compraban el hilo y lo iban dejando por las tiendas, donde lo recogían las mujeres que elaboraban las rosetas y volvían a dejar allí sus trabajos. Las rosetas se entregaban, a su vez, a otras mujeres, que las unían y formaban los paños, los tapetes o los manteles, de hasta tres metros por noventa centímetros, de tela de lino. Era toda una industria en la que participaban cientos de personas. Los trabajos acabados, en el caso de Cabrera Matallana, se enviaban a Barcelona, donde otros comerciales los enviaban a las tiendas de media Europa. Eran trabajos apreciados que se conocían como ‘Tenerife lace’.

En diciembre se aprobó en el Parlamento que el Gobierno redacte un plan especial para revalorizar y garantizar la pervivencia de 31 oficios tradicionales que van a desaparecer

La comercialización de la roseta también sufrió un impulso cuando los primeros comerciantes indios llegaron al Archipiélago. La roseta encontró un hueco en las tiendas de souvenirs, primero en el Puerto de Las Palmas y después en otras ubicaciones, y pudo utilizar los canales de distribución hacia Europa que abrían otros productos.

Cabrera ha comenzado ahora a instalar un puesto de roseta en la Calle Real, en los días en que hay crucero, y para ello editó un pequeño folleto en inglés y en español que explica brevemente en qué consiste la roseta. El Ayuntamiento de Arrecife, en primera instancia, le denegó el permiso alegando que la ordenanza no contempla la venta de esos productos (pero sí de palomitas o perritos calientes). Cabrera se acogió no sólo a la proposición no de ley instada por el mismo partido que gobierna en Arrecife sino también al Estudio del mercado de turismo de cruceros en Canarias, de 2015, que revela que los cruceristas demandan una oferta comercial más interesante en la capital y se muestran interesados en adquirir productos locales y artesanía, además de souvenirs, ropa y tabaco. Desde hace una semana, los turistas pueden apreciar en la Calle Real tapetes, paños y manteles de zurcido, de aspas, de ojal o de tira, entre otras muchas técnicas.

Comentarios

brillante iniciativa !
Panasco Power
Gran iniciativa, la tradición cultural y artesanal es vital para una Capital.
Daniel, no te puedes estar quieto. Ánimo.

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