REPORTAJE

La aventura de Michel Gordillo para salvar el planeta

El piloto a su llegada al aeropuerto de Lanzarote. Foto: Florencio Martín.
M.J. Tabar 4 COMENTARIOS 06/01/2017 - 07:14

Le dijeron que no lo hiciera, que no conseguiría apoyo logístico ni patrocinio, y que si lo hacía, un viaje polar a bordo de un monoplaza de construcción doméstica planteaba demasiados riesgos. Pero Michel Gordillo no es un hombre que renuncie a sus sueños así como así.

Nació en Douala (Camerún) hace 60 años y pronto se sintió como un águila encerrada en el cuerpo de un ser humano. Era un niño cuando tomó la decisión de dedicar su vida a volar. Se formó en el Ejército del Aire y pasó siete años comandando un avión en el que aprendió todo lo que sabe sobre rescates marítimos y supervivencia. Continuó mejorando su vuelo hasta que tuvo que decidir entre progresar en el escalafón militar en tierra o continuar volando. No lo dudó y en 1987 entró a trabajar en Iberia. Fue comandante de la compañía aérea hasta que le despidieron por negarse a volar un aparato averiado.

En 1998 voló en un ultraligero desde Madrid hasta Oshkosh (Wisconsin, Estados Unidos). Lo hizo por la ruta más larga, rumbo Este, atravesando Europa, Asia, Rusia y Canadá. En 2001 se convirtió en el primer piloto español en dar la vuelta al mundo en un monoplaza experimental y el pasado mes de diciembre circunvoló la Tierra por segunda vez en una expedición científica apoyada por el Centro Andaluz de Medio Ambiente de la Universidad de Granada.

Lo hizo a bordo del Sky Polaris, un RV-8 con 25 horas de autonomía construido en el garaje de su casa, junto a sus hijos y sus amigos, que ayudaron con los planos, los remaches y todo lo necesario. Su aventura ha servido a la ciencia para analizar las partículas de carbón que se encuentran en las zonas más inaccesibles del planeta. El carbón negro contribuye, en mayor medida que el CO2, al calentamiento del planeta y al cambio climático.

Un aetalometro y un equipo científico de la Universidad de Granada han hecho posible la expedición, apoyada por Acciona, el Ministerio de Fomento, la fundación Enaire y el Real Aeroclub de España entre otras empresas privadas y particulares. En su viaje por los dos hemisferios, Gordillo también ha realizado vuelos científicos para universidades de Colombia y Brasil.

La nave ha catado los rigores bajo cero del agua antártica, atravesado tormentas en los Andes, soportado los 45 grados de Sudán y los -31 grados del Polo Sur. Su piloto fue detenido por  hacer fotos en un mercado de Jartúm y recibido con afecto en las bases científicas antárticas. Vio formaciones geológicas tan perfectamente alineadas que le sirvieron como brújula y conoció territorios como las diminutas islas Coco, invisibles en Google Maps hasta que no se hace triple zoom y a las que Australia envía vigilantes para controlar la inmigración. “¿Cómo demonios va a llegar nadie a esa isla?”, exclama por teléfono.

El 12 de diciembre se posaba en Guacimeta con 76.000 kilómetros de viaje a sus espaldas y un cargamento de anécdotas. Los spotters locales le dieron la bienvenida. Michel aterrizó sin transmisor de señal por satélite y con el freno izquierdo roto, procedente de Cabo Verde, después de sortear varias borrascas. Entró a la isla por la Bocaina y aquí encontró la gente (Luis, Alberto, Gabriel) y el material necesario para reparar su nave. Una vez arreglado el problema, dejó atrás la isla sobrevolando el Mirador del Río y los acantilados de Famara.


Bienvenida de los spotters lanzaroteños. Foto: Jesús M. de León.

A bordo del Sky Polaris, un monoplaza de construcción doméstica, ha medido las partículas de carbón negro en las zonas remotas del planeta. Objetivo: estudiar y frenar el cambio climático

Dos días después, ya en Madrid, Gordillo decía estar todavía en “estado de shock”. Con el instrumental del Sky Polaris ha recogido mediciones únicas “tanto por la cantidad como por la forma de recogerlas”, en los polos, el Amazonas, la Patagonia y los grandes desiertos. “En la Antártida hay poco carbón negro, pero existe y procede del gasoil que usan para generar electricidad. Me llamó mucho la atención no ver ni una placa solar, ni un aerogenerador en estos sitios que se cuidan muchísimo; es una contradicción”, dice Gordillo.

¿Por qué se lanza a esta aventura? “Yo tengo mi porqué”, responde. “Quería ver virgen este planeta tan saturado. Cuando estás volando no hay política, ni hay fronteras. Esa visión romántica del vuelo es lo que siempre he buscado y me ha llenado”. Y eso es lo que ha encontrado en las zonas más inexploradas del planeta, donde no hay rescate posible. Vientos, riesgos de hielo… “Claro que tenía problemas, pero al final eran secundarios: lo que más te afecta es el apoyo que tienes o no tienes en tierra”, explica, en referencia a la burocracia que tuvo que capear. “Como la tengas en contra, las cosas se te complican como no te puedes imaginar”. A él se le complicaron en la frontera de los Estados Unidos, país al que no pudo entrar.

“Hay motivos para fascinarse y para emocionarse… la Tierra es espectacular en todas sus facetas”, dice. Nunca antes se había autorizado una operación aérea española en la Antártida. La suya ha sido la primera y costó bastante. “Espero haber abierto puertas porque el continente tiene mucho que investigar y que explorar”.

Comentarios

Todavía quedan héroes románticos de la aviación a la antigüa usanza. Mi enhorabuena y reconocimiento a Michel Gordillo por la hazaña y mi enhorabuena y reconocimiento a los Spotters de Lanzarote, los únicos que se hicieron eco de la noticia en su día y le prestaron la debida atención.
Los aviones queman mucho combustible , no me parece coherente dar la vuelta al mundo en avioneta para alertar de la contaminación del aire y del calentamiento global.
Siempre existe quien no hace nada por nadie y critica lo que hacen los demás argumentando cualquier cosa. Verdad "CIUDADANO"? Qué mala es la envidia y la mediocridad. Deberían haber más héroes! Lástima.
Que fascinante la aventura vital de esta persona.No creía yo que todavía quedaran personas con tanto coraje aventurero.

Añadir nuevo comentario