REPORTAJE

Haría: la vida regresa al volcán

Fotos: Felipe de la Cruz y Rafael Fuentes.
M.J. Tabar 1 COMENTARIOS 09/08/2016 - 07:30

Mucho antes de que Timanfaya explotara en truenos y piroclastos y de que La Geria se convirtiera en un referente de la viticultura desértica, el agricultor lanzaroteño tuvo que ingeniar otro sistema de cultivo: hacer hoyos en las coladas de lava, hasta encontrar tierra fértil (o rellenarlos con materia vegetal traída de otra zona).  Este sistema tradicional de cultivo consigue un enraizamiento más vigoroso y que las especies vegetales resistan mejor la falta de agua.

Así han crecido las higueras, tuneras y parras de una finca de 83.000 metros cuadrados en Los Lajares, que siempre ha sido gestionada y trabajada de forma comunal, hasta que quedó parcialmente abandonada por la administración pública moderna. En 2015, el Ayuntamiento de Haría empezó a recuperar esta tierra. Quitó aulagas y reconstruyó unos muros de piedra cuyo diseño y ejecución constituyen una de las muestras más increíbles y esforzadas del patrimonio agrícola y etnográfico de la isla. 

En este sitio agrícola de interés paisajístico (el cuarto catalogado como tal en Lanzarote, junto al jable, los campos de cochinilla y La Geria), impera un clima estepario cálido, con 18 grados de temperatura media, veranos secos, pero bastante más lluvia que la media insular (202 litros anuales). Estamos a kilómetro y medio de las faldas del volcán de la Corona, que con sus 609 metros de altitud, domina el paisaje norteño. Hileras de tuneras alternan con parras de la variedad diego (la más resistente al conejo que habita la zona), en un simbiótico sistema de asociación. Juntos son más fuertes que por separado.

De las 40 fragantes higueras blancas (Ficus carica) que hubo en 1950, se han salvado 25. Un enarenado de 11.000 metros cuadrados se va a acondicionar para plantar hortalizas. “Utilizaremos la materia orgánica de la finca para elaborar el compost”, explica José Pérez Dorta, responsable del área de Agricultura del Ayuntamiento de Haría.

En una tercera finca crece la uva europea, que en 2014 fue reconocida como una variedad nueva para la ciencia por el departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universidad Rovira y Virgili (Cataluña). Su adaptación a la zona ha ido modificando su información genética hasta convertirse en una variedad vitícola única y singular, con su propia identidad. El año pasado se cosechó por primera vez y ahora deben comprobar si conviene ‘curarla’ más o menos y experimentar su combinación con otros cultivos.

Rafael, un empleado municipal, se encarga de limpiar y acondicionar la finca todos los días. En las partes más asocadas, se podrán observar aves desde unos pequeños taros. El proyecto agrícola se regirá por los tiempos y las formas de la agricultura biológica, se reutilizarán todos los elementos existentes, se realizará una intervención mínima (bancos, pérgola, placas solares, vallado, vereda) para adecuarla a las visitas y el proyecto de divulgación patrimonial contempla ya rutas geológicas, catas de vino y fruta, y una visita a los paseros tradicionales donde los higos recibirán su correspondiente insolación hasta reventar en azúcar.

“Hablaremos preferentemente con asociaciones sin ánimo de lucro, o llegaremos a acuerdos con particulares para que exploten la producción de viña y frutales”, explica el coordinador del proyecto. Ya han hablado con muchos agentes: la Asociación de Amigos del Vino y el Queso de Lanzarote, el Aula de la Naturaleza de Máguez, Geoparque de Lanzarote, Medio Ambiente, Agricultura y Patrimonio. La acogida ha sido muy buena. El único obstáculo será, como es habitual, la burocracia. Un cuarto de aperos construido en 1935 pero que ya perdió su puerta original y su probable techo de madera, exhibe un buen montón de aperos tradicionales y mantiene un aljibe donde se guardaba el agua recogida en la azotea.

Aquí crece la uva europea, que en 2014 fue reconocida como una variedad nueva para la ciencia por la Universidad Rovira y Virgili

La finca ya está tramitando su certificación ecológica y en el curso 2016/17 comenzarán las primeras visitas de escolares. Junto a la entrada de la finca: un jameo desplomado, que pertenece al tramo del túnel de la Corona. En la finca viven tres endemismos insulares y ocho canarios, vuelan y se pasean cernícalos, herreros, currucas, lechuzas y perdices. La zona es un tesoro: la ley la cataloga como zona de especial conservación y sitio de interés científico.

Aquí, si todo va bien, deben volver a crecer entre la lava durazneros, mangos, olivos, naranjos, morales, almendreros, para deleite de cualquier especie. Será un centro de interpretación con la lava como soporte expositivo de plantas medicinales tradicionales (pazote, aloe vera, marrubio, ortiga), papas tradicionales de la tierra y un amplio plantel de las hierbas aromáticas que más definen la isla. La naturaleza como edificio icónico, sin firmar por ningún arquitecto de renombre.

Queda por acondicionar la entrada, ya con espacio para un aparcamiento, rotular los nombres científicos de las plantas y hablar con los especialistas en cada materia (geología, patrimonio, etc) para preparar la información que recibirán los vecinos, alumnos y viajeros que pasen por aquí. Estos últimos ya son muchos, ya que la LZ201 es una carretera muy concurrida por quienes visitan el Mirador del Río, Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes.

Comentarios

Cuando las cosas se hacen bien, hay que felicitarlos. Y esta ha sido un acierto.

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