17 años reclamando una calle: unos vecinos de San Bartolomé carecen de servicios básicos
“Si hubiéramos sabido cómo termina esto, no hubiéramos comprado la casa”, se lamenta Carmen Ramírez, vecina junto a Manuel Fuentes en la ‘inexistente’ calle Braza, en San Bartolomé. En febrero de 1999 compraron “sobre plano” una vivienda de dos plantas, de una promoción de cinco casas.
Para construir, el Ayuntamiento exigió al promotor que cediera una porción del solar de cinco metros de ancho y la otra mitad de la calle tendría que salir de la finca del vecino. Sin embargo, en vez de entregar el suelo, levantó un muro “de 50 metros de largo por dos metros de alto” en medio de la calle mientras en el Consistorio “miraron para otro lado”.
El peregrinaje de los vecinos por instituciones y organismos públicos, incluidos el Diputado del Común y la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural, comenzó prácticamente desde el mismo momento en que se terminan de construir sus viviendas.
El Ayuntamiento había otorgado las licencias de obras pero se negaba a entregar las cédulas de habitabilidad e impidió que el promotor hiciera las aceras. La gota que colmó el vaso fue la construcción del muro, que estuvo en pie a pesar de las reiteradas denuncias hasta septiembre de 2015, cuando una resolución judicial obligó al Ayuntamiento a derribarlo.
“Para tirar el muro tuvieron que contratar a una empresa, que vino con una pala mecánica y dos camiones, porque el personal municipal se puso todo enfermo”, señalan.
El Ayuntamiento había otorgado las licencias de obras pero se negaba a entregar las cédulas de habitabilidad e impidió que el promotor hiciera las aceras
A unos pasos de las puertas de las viviendas ha quedado un pronunciado desnivel por el que han volcado vehículos en varias ocasiones. El Ayuntamiento ha puesto unas vallas, pero sirven de poco. “Como caigan cuatro gotas se viene todo abajo”.
La realidad de la calle Braza, sin servicios públicos básicos, sin acera, asfalto o alumbrado, es conocida por los diferentes grupos de gobierno que han pasado por el Consistorio desde el siglo pasado. En el planeamiento urbanístico de San Bartolomé, desde la década de los 90, aparece reflejada la calle Braza, que conecta la vía Circunvalación, al sur de la localidad, con la calle César Manrique (antes Generalísimo Franco).
El ex alcalde Miguel Martín llegó a estar imputado a raíz de una querella de los residentes por delitos contra la ordenación del territorio, omisión del deber de perseguir infracciones y prevaricación. En el Juzgado admitió que el muro en medio de la calle no tenía licencia y declaró que las “negociaciones” con los propietarios de los terrenos de la zona para ejecutar la calle estaban “avanzadas”.
Martín decía entonces que “con los vecinos del pueblo” es “preferible negociar a ir por la fuerza”, que “eran agricultores y que había que hacerles ver poco a poco la situación para convencerles”. Cuestionado por la ausencia de servicios públicos, dijo que no había “dado tiempo”.
A finales del pasado mandato, antes de las elecciones de mayo, “estuvieron gestionando un convenio” urbanístico, que no ha pasado de la fase de borrador
De aquella declaración judicial han pasado más de 15 años. Carmen asegura que “están hartos” y se queja de la “incompetencia” del Ayuntamiento de San Bartolomé para dar respuesta a un problema urbanístico grave. “No han querido hacer nada”, opina Manuel, quien considera que el Consistorio no tendría “ni que expropiar” al propietario del solar colindante por el que tendría que pasar la mitad de la vía. “Ha construido y está obligado a retranquearse y ceder el suelo para la calle”, como hizo el promotor de su vivienda, destaca.
A finales del pasado mandato, antes de las elecciones de mayo, “estuvieron gestionando un convenio” urbanístico, que no ha pasado por ahora de la fase de borrador, para que los propietarios de la zona lo suscriban y proceder a la urbanización. “Lo último que nos han comentado es que parece que ha habido modificaciones y tienen tres propuestas para solucionar el problema de la calle”, apunta Carmen.
Mientras tanto, soportan los inconvenientes de vivir en lo que estaba pensado que fuera una tranquila zona residencial, cerca de Arrecife, “sin luz por las noches”, y con problemas hasta para meter el coche en el garaje: “El otro día me encontré de frente con una vecina y, para no irme por el desnivel y volcar, me llevé por delante su espejo retrovisor, porque no caben dos coches”, señala Carmen.
De la actual alcaldesa, Dolores Corujo, aseguran que también conoce el problema. Piden que aunque no se ejecute toda la calle, al menos se hagan los primeros 50 metros, donde hay residentes. “No me explicó por qué los políticos no hacen nada; se dedican a sacarse fotos y al postureo”.
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