8 COMENTARIOS 12/12/2014 - 09:01

A Luis Alberto González, profesor de Religión en el IES Salinas, la Iglesia le ha retirado su certificado de idoneidad eclesiástica, y la Consejería de Educación le ha rescindido el contrato para seguir dando clase. Vaya por delante la solidaridad con este profesor por el hecho de que una circunstancia de su vida personal que no debería importar haya afectado de manera tan importante a su empleo.

La primera conclusión es obvia. La Iglesia podrá dar alguna muestra últimamente de sentido común, poniéndose, por ejemplo, del lado de las víctimas en casos de abusos sexuales, pero nunca podrá ser una institución basada en valores contemporáneos. Si lo fuera, desaparecería, porque el poder de las religiones se basa en el control de la moral de los individuos. ¿O hay alguna religión de librepensadores?

La segunda, también. González decidió dejar las cosas claras y ese ha sido su pecado. La Iglesia se mueve mejor en el terreno de la hipocresía. Este profesor decidió comunicar que se había casado con un hombre y la Iglesia considera que no es apto, por este hecho, para seguir enseñando Religión. ¡Cuántos habrá en situación similar y con el conocimiento de las autoridades eclesiales! El problema, como siempre, es que se sepa, no que se haga.

La tercera, debería serlo. Los privilegios de la Iglesia son infinitos. No sólo logra que la Religión se imparta dentro de las aulas públicas cuando debiera ser una materia reservada para la enseñanza privada o para las parroquias. Es que además logra que sea (con la nueva Ley Wert) una asignatura evaluable y consigue tener la exclusividad sobre quién puede y quién no puede dar clase. Eso sí, el sueldo y la indemnización por despido lo paga la Consejería.

Y la última. Esto no es ninguna sorpresa. Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Iglesia actúa con coherencia. Lo sorprendente hubiera sido lo contrario. Con absoluta ignorancia sobre el temario que se imparte, es posible deducir que lo importante de la asignatura no es aprender la historia de la religión o de las religiones, lo cual es necesario para entender el presente, sino adoctrinar a los alumnos. Y para impartir doctrina hay que predicar con el ejemplo. Así que mientras la doctrina de la Iglesia siga basada en supersticiones y en imposiciones de la Edad Media, seguirán ocurriendo estos casos. Y mientras los gobiernos se lo sigan permitiendo, claro.

Comentarios

Creo que tendran que informarse mejor, no soy católico pero la victima ha sido el manipulador, el primer interesado en ser despedido para cobrar su indemnización de 34.000€, lo peor de todo es la utilización de la discriminación sexual en beneficio propio, una pena.
Conozco al profesor y me consta que cansado de la hipocresía de la Iglesia expuso su caso para que el Obispado tomara partido, le podían haber dicho que podía continuar, pero no fue así. Creo que con una indemnización de esas características no se resuelve lo que le quede de vida laboral. Respeto profundamente su evolución personal y coherencia.
No hay derecho; este señor se pasó años preparando unas oposiciones, las aprobó compitiendo con cientos de candidatos y ahora va el gobierno y lo pone en la calle.
Lo mejor que he visto en mucho tiempo: Poner entre la espada y la pared a unos obispos reaccionarios y a unos cargos de la Consejería puestos más a dedo que los profesores de religión (por lo menos éstos tienen formación para la función que desempeñan).
Majorero, estoy de acuerdo con muchas de las cosas que se han dicho e, incluso, suscribiría su afirmación de que "no hay derecho". Sin embargo, debe discrepar en una cosa: mientras los profesores de cualquier materia deben prepararse unas oposiciones y, como usted dice, deben competir con cientos de candidatos, los maestros y profesores de Religión católica son designados a dedo por el Obispado sin ningún tipo de oposición. Ciertamente, la Iglesia decide quién es apto o no, pero es el contribuyente -a través del Ministerio de Educación, para los maestros de Primaria, y de la Consejería de Educación, para los profesores de Secundaria- quien paga. Lo que tal vez habría que plantearse es hasta qué punto una escuela que se dice aconfesional debe seguir restando horas a otras materias (1 o 2, según el nivel) para impartir Religión católica.
Con independencia de lo censurable de la actitud de la iglesia, es como un club privado cuyas condiciones acepta el gobierno cuando firma un convenio con ella. El profesor sabía las condiciones de idoneidad y, efectivamente las dejo de cumplir. Cunado lo comunica a la iglesia lo pudo hacer por honestidad y para saber si podía seguir o no. La realidad es que cuando lo comunica le daba igual seguir o no, lo que quería era que le indemnizaran para seguir su vida, probablemente en otro lugar. Todo legítimo, pero abanderar la causa de la persecución cuando lo que quería era largarse, no lo deja en muy buen lugar.
Por lo que yo he seguido del caso nunca he visto idea de persecución en sus declaraciones, si todo partió de decir él mismo que ya no encajaba en la doctrina oficial de la Iglesia, ni siquiera fue él quien comunicó a la prensa el cese del obispado, fue un vicario de Las Palmas en La Provincia en agosto.
Es normal que se paguen servicios que la sociedad demanda, ya sea una clase de religión (siendo opcional muchos alumnos, o sus padres, la escogen), un polideportivo con sus entrenamientos (y también me toca pagarlo aunque no me interese el deporte) o unos grupos de carnaval para los que también van mis impuestos me guste o no, o la televisión... Si las clases de religión son demandadas yo veo normal que se destine para ello fondos públicos, ¡o que me devuelvan a mí lo invertido en emisoras de radio, que no me interesa...

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